El primer paso para conseguir un embarazo evolutivo es que se produzca una correcta implantación del embrión en el útero materno. Este proceso ocurre en las primeras etapas de la gestación, cuando las células externas del embrión en desarrollo, conocidas como células del trofoblasto, invaden el tejido uterino y remodelan las arteriolas espirales uterinas (arterias que suministran sangre al endometrio). Esta acción es primordial para el desarrollo de la placenta y la correcta aportación de nutrientes y oxígeno al embrión; estableciendo, así, una interacción entre madre y feto que debe ser tolerada por el sistema inmune materno, ya que se trata dos entidades genéticamente distintas. Cuando esta interacción falla, se puede producir rechazo inmunológico, el cual se ha relacionado con fallos de implantación, infertilidad, abortos recurrentes y complicaciones obstétricas como la preeclampsia y el crecimiento intrauterino retardado.

Entre las células del sistema inmunitario materno que se ven involucradas en esta interacción destacan las llamadas células Natural Killer uterinas (uNK), suponiendo hasta un 70% de las células linfocitarias presentes en la decidua materna (endometrio específico de la gestación). Estas células uNK serán las encargadas de liberar sustancias que favorezcan el desarrollo de la placenta y el crecimiento fetal, convirtiéndose de esta forma en un factor clave de la compatibilidad materno-fetal. Para llevar a cabo dichas funciones, las uNKs deben reconocer e interactuar con los antígenos HLA-C presentes en la membrana externa de las células trofoblásticas del embrión. La forma en que son capaces de reconocer estas moléculas HLA-C es gracias a que, en su superficie, las uNKs tienen unos receptores específicos denominados receptores KIR.

Entre los receptores KIR que puede presentar una célula uNK se encuentran dos tipos: activadores e inhibidores, según el efecto que ejerzan sobre la función de la propia célula. Además, son muchos los genes que pueden dar lugar a los receptores KIR, por lo que, en función de la combinación de genes (haplotipo) presente en la gestante, se determina su genotipado KIR como KIR AA, KIR AB o KIR BB; donde el haplotipo A implica una mayor presencia de receptores de tipo inhibidor de las funciones de las células uNK y el haplotipo B una mayor presencia de receptores de tipo activador. Por otro lado, los antígenos HLA-C pueden ser de tipo HLA-C1 o HLA-C2; presentando el embrión una combinación de alelos heredada de los progenitores que puede ser HLA-C1C1, HLA-C1C2 o HLA-C2C2. La gran variabilidad de estas moléculas hace que existan numerosas combinaciones posibles KIR-HLA-C entre madre y feto. Cuando dicha combinación es la adecuada, se produce una correcta implantación, formación de la placenta y evolución del embarazo. No obstante, existen combinaciones de riesgo para la gestación. Estas combinaciones son aquellas en las que la gestante presenta un genotipado KIR AA y el embrión presenta antígenos de tipo HLA-C2, siendo mayor el riesgo cuando la procedencia de este alelo HLA-C2 no es materno (origen paterno o de gametos donados).

El genotipado KIR-HLA-C es una potente herramienta basada en el estudio del genotipado KIR-HLA-C de la madre y el HLA-C del padre; permitiendo de esta forma determinar si existe una compatibilidad adecuada entre los receptores KIR maternos y los antígenos HLA-C embrionarios. De igual modo, en casos de donación de gametos, esta técnica permite seleccionar donantes compatibles con la receptora.

En aquellos casos en los que exista incompatibilidad inmunológica se recomienda limitar el número de embriones transferidos a un único embrión y/o seleccionar donantes inmunológicamente compatibles con la gestante, de forma que se reduzca la carga antigénica HLA-C2 presente en el embrión, aumentando la compatibilidad materno-fetal y la posibilidad de conseguir un embarazo evolutivo. Además, estos resultados deben ser valorados por un especialista de forma que se evalúe, en cada caso, la incorporación de tratamientos de soporte adicionales durante la gestación.

En conclusión, las interacciones KIR-HLA-C entre madre y feto durante la implantación son esenciales para el desarrollo del embarazo. Por ello, el genotipado de ambos miembros de la pareja es una herramienta de gran utilidad para determinar la tolerancia materno-fetal, evitando así que la gestación se vea comprometida.

 

Autora: Nuria Castejón
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